Espacio de Crítica - Alonso y Aguirre

Alonso & Aguirre, perdidos en el inframundo


COMPAÑÍA NACIONAL DE FÓSFOROS - Villa Bosch (GBA)-

Martes 10 de Mayo - Teatro Municipal -

Sinopsis:

En plena época de la conquista, Alonso y Aguirre dos héroes formidables o dos imbéciles de remate, se pierden en ese inmenso laberinto que algunos llaman Indias y otros América, intentando encontrar la legendaria ciudad de El Dorado: Más allá o más acá están el tiempo y la memoria de un continente que no cesa de ser conquistado y reconquistado una y otra vez….

Ficha Técnica

Actúan: Cristian Palacios y Juan Manuel Caputo
Autores: Paula Brusca, Cristian Palacios y Juan Manuel Caputo
Dirección: Paula Brusca, Cristian Palacios y Juan Manuel Caputo

Leonardo Cobreros

En el marco de la 6º edición del Festival Bahía Teatro.

Algunas reflexiones relevantes sobre la puesta en escena de esta obra presentada el martes 10 de mayo.

Haciendo un intento de ordenar las ideas para hablar del espectáculo, me invaden un montón de imágenes desordenadas y delirantes, en donde dos “antihéroes” parecidos en su relación fraternal a Batman y Robin, El Gordo y El Flaco, etc. intentan llevarnos con ellos a un viaje hacia El Dorado en plena época de la conquista de América.

El viaje no es descriptivo ni lineal, en su recorrido Alonso y Aguirre atraviesan distintos planos “existenciales”. Por un lado, un plano de enfrentamientos y obstáculos en el camino que recorren hacia su meta y, por el otro, un plano intimista en donde conviven los desafíos por salvar al otro a costa de lo que sea, de esta manera se generan mundos mágicos y fantásticos.

Si bien Alonso y Aguirre son centrales en esta historia para narrarla, los dos actores, transformándose en varios personajes, van interpretando desde un estilo paródico y bufonesco las diferentes situaciones que nos ubican en la historia de la obra y nos contextualizan con respecto a los diferentes debates ideológicos y religiosos (ejemplo: “Me cago en Bartolomé de las Casas) y a las miserias de las luchas por el poder y por encontrar la fórmula perfecta hacia El Dorado, y por llegar primero en esta empresa “millonaria” que significa “conquistar América” .

Cada escena de esta obra está resuelta con recursos escenográficos, lumínicos y sonoros que nos sitúan en la España de la conquista saltando de repente a la actualidad más que nada en la impronta de temas musicales y objetos (ejemplo: tema América y el objeto perrito Hércules).

Todo este recorrido cuasi desbordante está llevado acabo por los actores con mucha creatividad a la hora de resolver cada escena.

Por momentos la sumatoria de gags, la repetición del recurso cómico, del remate sobre el remate, nos lleva a deleitar y a esperar el próximo momento de hilaridad haciéndonos perder la línea de la historia.

Luego en las pausas energéticas y en las situaciones escénicas donde no hay desborde histriónico, los personajes frenan y hacen pausa para reflexionar sobre la búsqueda y la importancia del otro, recién ahí uno vuelve a encontrar la línea de la narración.

Pareciera que la obra juega con el contenido de las palabras y los textos, dándose instantáneamente en el discurso de Alonso y Aguirre por un lado, una reflexión filosófica y profunda y hasta “intelectual” sobre el destino de la vida y sus vicisitudes. Por otro, seguramente a propósito, caen en un idioma chabacano y sencillo, rematando con alguna crítica hacia algunos debates actuales sobre categorías y conceptos teatrales (ejemplo: “Me cago en el metateatro).

La obra nos ubica en una expectación atemporal que nos hace reflexionar y llevar al continente de América en nuestra propia interioridad y nuestra propia vida. En esta carrera por el poder, en este querer llegar primero, en esto de ser conquistador y conquistado, en esto de enfrentarnos a nuestras aparentes “elegancias” y “coqueterías” y sobretodo a nuestras propias miserias con un discurso y un lenguaje desarticulado, que muchas veces sometido al estrés que significa estar al “palo” todo el tiempo, nos lleva a una búsqueda narcisista casi trágica de impactarnos, de despertarnos, de movilizarnos de mantenernos vivos.

Así estamos, temiendo a un enemigo que utiliza como arma un “perrito patético y tierno” como Hércules y vamos a costa de lo que sea en busca de la “felicidad”. Muchas veces sin profundizar demasiado, sin escucharnos demasiado, sin debatir demasiado, sin “jugarnos” demasiado como protagonista de nuestro propio camino y de nuestra propia vida.

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